El 9 de julio de 1816, el Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, se reunió en San Miguel de Tucumán para dar un importante paso en el proceso emancipador comenzado en mayo de 1810. Luego de arduas discusiones, ese día se firmó el Acta de Declaración de la Independencia, donde prevaleció una postura que representaba el mandato de la mayoría de las provincias: investir a las Provincias Unidas del «alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli». Quedaba expresamente rechazada toda fórmula intermedia que habilitara algún tipo de protectorado. Se trató, pues, de una manifestación clara, acorde con el pedido de San Martín, de declarar la Independencia absoluta de las Provincias Unidas respecto a la corona española y de toda otra dominación extranjera, según la fórmula agregada a la proclama días después en las siguientes sesiones del Congreso. La proclama se publicó en español. También en quechua y aymará con el fin de incorporar al proceso a los pueblos originarios.