El 3 de julio se celebra el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, una fecha crucial que nos invita a reflexionar sobre el impacto devastador de este material en nuestro planeta y a tomar acciones concretas para reducir su uso.

Las bolsas de plástico, a pesar de su aparente conveniencia, son un flagelo ambiental. Tardan cientos de años en degradarse, convirtiéndose en una amenaza persistente para los ecosistemas terrestres y marinos. Se estima que cada persona gasta, en promedio, cientos de bolsas de plástico al año, y la inmensa mayoría de ellas terminan contaminando nuestros océanos, ríos, suelos y ciudades.

En los océanos, las bolsas de plástico son un peligro mortal para la vida marina, que las confunde con alimento, provocando asfixia, obstrucciones digestivas y la introducción de microplásticos en la cadena alimentaria. Lamentablemente, estos microplásticos ya han llegado a nuestros propios organismos.

Este día nos recuerda que, aunque hemos avanzado en la concienciación y en la implementación de algunas medidas para reducir su consumo, como la prohibición en algunos lugares o la aplicación de impuestos, el problema sigue siendo latente y de una magnitud gigantesca.